- Semejanzas y diferencias


 


 

EN QUÉ SE PARECEN LOS PREMIOS Y LOS CASTIGOS?


Nancy Steinberg








Hoy vamos a platicar un poco acerca de las semejanzas y diferencias entre premios y castigos, las dos principales opciones que usamos para educar a los niños.

La principal semejanza entre los premios y los castigos es que ambos son consecuencias que los padres damos a las conductas de los niños: si un niño hace algo que nos agrada, recibe un premio; si hace algo que nos desagrada, un castigo.

Muchas hemos descubierto que, además, a veces funcionan y otras no; o que su efecto dura períodos cortos, para después perder su efectividad.

Y, en la mayoría de los casos, estamos convencidas que si estos métodos no funcionan, es porque estamos haciendo algo mal; entonces incrementamos la fuerza o duración del castigo; o le ofrecemos al niño un premio distinto, para ver si “ahora sí” su conducta mejora.

Quizá la semejanza más importante es que, en la mayoría de los casos, ni el premio ni el castigo son una consecuencia natural de la conducta. Veamos a qué me refiero:

La consecuencia natural cuando un niño no estudia es que no aprenda, no que se le deje sin ver la televisión. Si un niño estudia, aprenderá; ¡la consecuencia natural no es llevarlo al cine como premio!

Pero muchas veces pareciera que estas consecuencias, castigarle al niño la televisión o llevarlo al cine, se convierten en las únicas herramientas que usamos para motivar su conducta; y lo mismo sucede con las calificaciones, otra consecuencia que el niño aprende a perseguir cuando estudia. Así, el niño aprende a estudiar por obtener un premio o evitar un castigo, no por aprender, que sería la verdadera razón para ir a la escuela.

Y como éste, podríamos encontrar muchos ejemplos en los que el niño aprende a hacer las cosas por las razones equivocadas.

Veamos ahora las diferencias:

Por lo regular, los premios consisten en dar al niño algo que le gusta, mientras que los castigos consisten en quitarle algo que le gusta o darle algo que le disgusta o le produce dolor (por ejemplo, una nalgada). De esta forma, el premio podría ser visto como algo positivo y el castigo como algo negativo.

¿Y las conductas indeseables? Pues en la mayoría de los casos persisten. De manera que habría que buscar otras alternativas para educar a nuestros hijos.

Tal vez ahora te preguntes: bueno, ¿y entonces qué hago? Si alguna vez te has hecho preguntas como éstas, te invito a seguir leyendo acerca de este tema en los demás artículos de esta serie.

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