PREMIOS,
CASTIGOS Y OTRAS ALTERNATIVAS DE DISCIPLINA: INTRODUCCIÓN
Nancy Steinberg
Una de las funciones más importantes que
deben desempeñar los padres es educar a los hijos. A pesar de que se ha escrito
mucho sobre el tema es frecuente que, cuando los padres se enfrenta con esta
labor, se sienten culpables, desorientados, poco eficientes; en fin,
desesperados.
A veces, disciplinar a los niños puede
resultar muy difícil. Veamos por qué.
Como padres, todos queremos tener una
buena relación con nuestros hijos; pero en el proceso de educarlos, a veces
debemos prohibirles ciertas cosas y... “les caemos mal.” Muchos haríamos cualquier cosa con tal
de evitar las discusiones o el malestar de los niños.
Aquí, sentados frente a la computadora,
nos puede parecer tan sencillo educar; a veces creemos que es una cuestión de
decidir qué quiero que haga mi hijo y luego, simplemente, enseñarle a obedecer.
Pero en la práctica las cosas no parecen funcionar.
¿Alguna vez te has preguntado cuáles son
las herramientas que puedes utilizar para educar a tus hijos?
La mayoría de ustedes tal vez conteste
que sus opciones son los premios y los castigos. Y que algunos niños responden
mejor a los premios y otros a los castigos.
Pareciera que sólo tenemos dos
alternativas: o dejamos que los niños hagan todo lo que desean, para que nos
quieran; o les enseñamos a ser niños bien educados, obedientes y respetuosos,
aún a costa de dañar la relación con ellos, pues “a la larga entenderán que es
por su bien.”
Tal vez tú piensas que estas herramientas
son muy parecidas y que, si no funcionan, es porque estás haciendo algo mal: o
el castigo no ha sido suficientemente severo o el premio es algo que no le
gusta al niño.
En una serie de artículos que hes
preparado especialmente para ti, vamos a ver la diferencia entre los premios y
los castigos, la filosofía detrás de cada uno de ellos y las otras opciones que
puedes utilizar en esta tarea, para hacerla más grata y eficiente.
Espero que esta serie te ayude a
encontrar un equilibrio que te permita disciplinar y, al mismo tiempo, mantener
una buena relación con tus hijos.
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